En los últimos días comenzó a hacer eco la quiet quitting, la idea de que los colaboradores “renuncian en silencio”. Sin embargo, esto ha levantado un debate acerca de que el término no es adecuado. En DinDong.work hablaremos de la renuncia silenciosa vs límites en el trabajo y por qué este último concepto es más exacto.
De manera general, la renuncia silenciosa ha sido definida como “dejar de hacer de más” y básicamente fue descrita como no renunciar, y esperar a ser despedido. Sin embargo, incluso en su definición, no hace referencia a dejar de cumplir con los horarios o tareas, sino hacer lo acordado al momento de la contratación. Es decir, trabajar bajo cierto esquema y alcanzando los objetivos correspondientes al puesto.
En México se han arraigado en la cultura malas prácticas por parte de los empleadores bajo la solicitud de “ponerse la camiseta”. Y esto va desde extender la jornada fuera del horario, no pagar horas extras o hacer dos o tres puestos uno solo. Por eso, la renuncia silenciosa comenzó como una denuncia sobre hacer el mínimo para no ser despedido. Que más bien, se podría traducir en hacer lo que te toca, y que no deberías ser despedido por ello.
No trabajar por lo que no te pagan o por las horas que te bonificarán en pizza, te permite enfocarte en aspectos importantes de tu vida. Y es que por más que disfrutes tu trabajo, tienes derecho a la desconexión y a disfrutar en otros espacios. Darte tiempo para tus pasatiempos, tus pasiones, para prepararte, para ti y las personas que te importan.
El concepto puede resultar confuso por incluir la palabra renuncia, pero esto no hace más que distraer el foco de lo relevante. Y lo que es realmente necesario destacar, es que poner límites es sano no sólo para el trabajador, sino para los líderes, el resto del equipo y para la compañía en general.
No se trata de una falta de compromiso, sino de la búsqueda de balance entre los derechos y obligaciones adquiridos. Estamos en un momento de transformación de la cultura laboral, que termina por trastocar la cultura organizacional de las empresas. La ruptura de paradigmas es una realidad y como empleados, somos parte de él, del dejar de vivir para trabajar.